De repente, un sol se apaga en el rapto fugaz
de una serpiente.
Se mira la gente como enlutada, entre aromas de albahaca,
y la calle se ha puesto un poco loca,
un poco repleta de semáforos y bocinas,
un poco atisbada entre piquetes, entre humo negro, entre pechos
que arden y son tuyos,
inevitablemente.
Tienen la política entre las piernas, y la ideología se dispara
entre suspiros como una automática del primer mundo.
Dame de nuevo una manzana, dame ese rapto fugaz entre luces rojas
y soles apagados,
dame el deseo, devolvelo, turra diosa de esperanto que nadie
entiende pero todos ambicionan.
Vení, retorná, felicidad amable.
Todos te añoran, lo aseguro.