domingo, 15 de junio de 2008

Luis Benítez - La Zamba


La Zamba

Rueda en el salón la zamba. Se desliza como un fuego en los reflejos
de la gran fuente de ponche, resuena en los espadines de parada
de esos mis oficiales mientras te pido esta zamba,
Remedios, la de los ojos de sombra, en una noche de guitarras,
de carlón y de gloria después de ese amanecer en San Lorenzo
cuando entreví, en una bayoneta española, el otro lado, el posible,
de este homenaje que me brinda tu voluble, tu cambiante Buenos Aires,
Remedios de Escalada, la de los ojos de sombra.
Soy el héroe de la boca muda, el que siempre parte a caballo,
el que organiza y difiere el amor, el que no escribe.
Soy el que no vuelve la cabeza, el que se embarca.
Piensa en todo esto antes de aceptar esta zamba.
Desde Mendoza vendré una noche, una sola noche, y de esa noche
saldrá una mujer que repetirá tus ojos, tu paciencia, tu nariz y tus ritos
ante mi vejez extranjera, manchada de oprobio, de pobreza y de cólera.
Yo soy el héroe, el héroe siempre necesario,
el que justifica la vida de los burócratas, el que se prueba
en los precipicios, el que toma las decisiones duras.
Los hombres que vendrán conmigo, quién sabe, volverán
a la ternura que sólo brinda la mujer, a su desnudo tacto único
bajo las sábanas,
a eso que la guerra sin duda no reemplaza,
al tibio cuerpo oculto y presentido en alguna parte
de la oscura casa amistosa y a los hijos. A todo lo inefable
después del miedo, del degüello y de las cargas,
que una mañana única difiere hasta mañana. Antes de alzarte
de mi mano en la zamba piensa en la tortura seguida de los meses,
examina Remedios la condena de tus ojos de sombra
en los arneses de las mulas peruanas, piensa en los edictos
que firmaré sin pensarte, medita las veces en que no seré,
desde el jardín de tu casa, más que el horizonte,
el vacío como ayer y anteayer repetido, el llamado rutinario
a la cena frente a una silla como siempre sin nadie, piensa
en las veces en que para tu hija no seré más que un nombre.
Remedios de Escalada que pliegas sonriendo el tenso abanico,
que recoges nerviosa tu amplio vestido ante el triste capitán
al que efímera gloria y tu amor le dedica la cambiante Buenos Aires,
el que treinta años después de esta zamba aún verá tus pupilas
lejanas, perdidas,
en la caravana de horror cuando te nombre.

(De Luis Benítez: Breve Antología Poética, Ediciones Juglaría, 2008).

Roberto Glorioso - tres poesías

26

Aunque profesan
rapacidad
en los patios sin templo
traen sus vientres
escarbados de hambre.

27

Callar hasta que
el estruendo
se haga añicos
es ese silencio.

28

Aquí ocurre el mundo.

Donde muere sin tregua
lo que amamos.

(De Tierra No Prometida, Ediciones Ultimo Reino, 2008)

domingo, 8 de junio de 2008

Rubén Boggi- invierno

Invierno


Han caído las hojas del paraíso
Y llueve sobre todas las palabras
Como al principio de las cosas

En aquella plaza de senderos perdidos
Todavía caminan los fantasmas
El agua se desliza sin formas ni sentido
Y lava cuerpos de mujeres ignotas

Como hojas caídas en la tierra dormida
Como palabras dormidas
En el principio de las cosas

Han caído las hojas del paraíso
Y una suave locura desdeña las creencias
Y los perros son ahora los dueños de la cuadra
Y no hay nadie
Que pueda recordar tu mirada

En la tersa ladera
De tu costado amable
Se resbala una lágrima
Una gota de tiempo madura y reflexiva

Los fantasmas caminan por la plaza llovida
Y han caído las hojas
Y el agua se desliza
Pero no es tu mirada la que cae del árbol
No es tu cuerpo esta calle asustada que corre
No es aquella mujer ésta que despertada atrapa viejos sueños

Es sólo que otro año ha pasado
Por la vieja ventana

No busques el consuelo en la loca caricia
El tiempo ha terminado
Y la palabra ha muerto.